viernes, 28 de junio de 2013

Las mondas que da la vida

Yo sé que la mayoría de ustedes saben que estamos en crisis. Y yo, aunque sea un viejo chocho, también lo sé. Aunque mi hijo, el pobre, trata de que nada "malo" llegue hasta mí, y aunque realmente no llevamos un ritmo de vida como para que la situación económica nos repercuta mucho,  esas cosas se perciben. 
A mí me quedó una pensión decente y una casa pagada, y mi mujer y yo no tenemos grandes gastos, aunque tampoco podamos darnos grandes lujos. Pero es cierto que mi pensión sigue siendo prácticamente la misma, mientras que mi mujer anda todo el día refunfuñando de cómo se está poniendo el precio de las cosas y que cualquier día acabaremos comiendo mondas de patata y dándole la vuelta a los abrigos, pero por ahora nos apañamos. 
Conozco gente que las está pasando canutas... El pobre Fulgencio, por ejemplo, tiene a la hija, al yerno y a los chicos viviendo en su casa, con él y su mujer, de su pensión, porque al yerno le largaron con un ERE y cuatro duros y la hija no consigue trabajo de lo suyo ni a la de tres, y sólo va arañando cosillas de llevar las cuentas de un par de tiendas del barrio. En negro, claro.
Y lo de la MariTere ya es de novela. De novela de terror. MariTere es una mujer que se quedó soltera y acabó cuidando a los hijos de su hermana, que se quedó viuda muy joven y terminó muriendo de pena antes de tiempo. MariTere cuidó a sus sobrinos con todo el amor que no pudo dar a los hijos que no tuvo. Y ahora, a los 80, medio ciega, sorda y demenciada, tiene al sobrino, que es un vaina, metido en su casa, zampándose su pensión y tratándola a coces y a gritos todo el día, que alguna vez la vemos llegar con el sobrino por la calle cuando venimos en la ruta y le pega unas voces que ni la sargento Hartman. Y con más inquina.
Que yo no digo que la mujer no tenga sus cosas. Es teatrera y pesada como ella sola, pero no hay derecho, no lo hay.
Y me he enterado (que me lo ha dicho la Carmela, que es la radio macuto de aquí del centro, que se lo escuchó el otro día a una de las niñas, que se lo estaba contando a la sargento Hartman) que el sobrino la va a sacar del centro para llevársela a casa, porque ahora, por lo visto, el ayuntamiento ofrece cambiar la plaza de centro de día que corresponde por lo de la dependencia esa, por una ayuda económica para el cuidado en el domicilio. Porque claro, con esto de la crisis... al ayuntamiento le sale más barato, el viejo no ocupa plaza, la familia, que va muy justa, trinca la tela... y todos contentos. Me temo que en el caso particular del sobrino zascandil, la pobre MariTere no va a estar tan contenta. Éste la mata de hambre... si no se mata ella antes un día que confunda la puerta del baño con la puerta de la calle y se caiga por la escalera.

Pues va a ser que a los viejos también nos afecta la crisis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario