viernes, 10 de mayo de 2013

Cuando no puedes elegir...

El otro día me di cuenta que después de tantos años he vuelto a la infancia. Y no lo digo porque el mundo me sorprenda a cada instante, porque tengan que ayudarme a veces a abrocharme la camisa o porque cada día aprendo algo nuevo ( aunque sospecho que son cosas que supe hacer ayer...).
Lo digo porque he perdido de forma total y absoluta la capacidad de tomar decisiones o de organizar mi vida hasta en los detalles más insignificantes. Lo peor es que no estoy seguro de haberlas "perdido" yo solo, sino que más bien me la han robado... Por ejemplo, si yo les preguntara ¿quién decide cuándo van ustedes a orinar?, seguramente me mirarían como si me hubiera vuelto loco, sonreirían y dirían "Pues yo, claro, ¿quién sino va a decidir eso?"... pues oiga, en mi caso lo decide una chica muy maja que se llama Teresa. Y sigo preguntando: ¿quién decide cuándo deben ustedes beber agua?, y ustedes responderían "Hombre, no es que lo decida alguien, simplemente tengo sed, pues bebo". Pues agárrense que vienen curvas: yo bebo cuando lo decide una señorita de blanco que me planta un vaso delante y me dice "Bébetelo todo"...hombre, es que ahora no tengo sed, ¿lo puedo dejar aquí? "No, te lo tienes que beber ahora, que además me tengo que llevar el vaso". El primer día me enfadé y le dije muy educadamente a esa señorita dónde podía meterse el vaso, a pesar de lo cuál ella siguió insistiendo. Al final perdí un poco las formas y le dije que se fuera a la mierda. Se fue corriendo, pero no a la mierda, sino a avisar a Tomás.
Tomás, que aún no le había presentado, es el psicólogo del centro. Este hombre, muy agradable por cierto, se acercó y me explicó, con esa voz que ponen los psicólogos como de encantador de serpientes o vendedor de enciclopedias, que las personas mayores a veces nos olvidamos de que tenemos sed y no bebemos lo suficiente, con lo importante que es el agua para estar sanos, etc, etc...y que por eso en el centro se ocupaban de ofrecernos el agua suficiente para mantener una buena hidratación (etc, etc, etc) "Muy bien, joven, pero ¿hay algún motivo para que esa jovencita me diga de tan malos modos que me lo tengo que beber de un trago? ¿No podemos dejar el vaso aquí y yo me lo voy bebiendo?". El pobre hombre se puso colorado, empezó a balbucear excusas y se fue...dejando mi vaso junto a mí. Desde ese día, las niñas (como llama cariñosamente mi mujer a las auxiliares) me dejan siempre el vaso, pero a veces las oigo refunfuñar que "si Tomás esto o aquello, que si este señor es un maleducado". Pero sólo lo hacen conmigo y con un par más, al resto de mis compañeros les siguen azuzando para que se beban el agua de un trago, y si protestan mucho, se lo quitan directamente sin que hayan bebido más que un par de sorbos..y eso que la hidratación es muy, pero que muy importante. Menos mal que los "viejos" no nos damos cuenta de nada...¿o no?


Otro día les cuento lo de los "meaos", que es así de divertido. O más

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