jueves, 14 de marzo de 2013

Lo primero es lo primero...

...y lo primero es presentarse. Me llamo Atanasio. Tengo 82 años y sufro, o padezco, o como quieran decirlo, de Alzheimer.
Me llamo Atanasio porque me tocó. Me explico: era el santo del día. Sino, de qué. Eran otros tiempos. Ustedes ya me entienden.
Es raro lo del Alzheimer. Uno va al médico un día porque metió las gafas un par de veces en la nevera y cuando se quiere dar cuenta, le ponen un parche todos los días, lo atiborran a pastillas y lo meten en un centro. De día, lo llaman. Yo lo llamaría de noche, porque salgo de mi casa de noche para ir allí y vuelvo a mi casa de noche otra vez...y así cada día. Algún día les hablaré de mi diagnóstico...tiene su gracia la cosa.

Ahora, antes de que se me olvide (que lo segundo es lo segundo, también) quiero pedirle permiso, o disculpas, o darle las gracias, a un tal José Rafael Alcantarilla Sánchez, que me presta, sin saberlo, la foto que acompaña mis letras. No quiero que se me vaya usted a enfadar, caballero, si un día paseando por el internet se encuentra esta foto aquí puesta. Me atrapó nada más verla...y creo que viene que ni pintada al tema que nos ocupa: en qué ha quedado mi vida y todo lo que olvido y olvidaré. Y lo que no, sobretodo lo que no. Desde aquí mi agradecimiento y, espero, su comprensión. Gracias, amigo.

Se preguntarán qué lleva a un viejo como yo, enfermo y con poco juicio ya, a escribir sobre su vida. Pues miren, el aburrimiento y la necesidad. Quizá un día mi hijo pase por aquí y lea cómo es la vida más allá del diagnóstico. O quizá lo lea usted, que tiene una madre en mi situación; o usted, que conoce a un vecino... o usted, que trabaja en una institución o, mejor aún, en un ayuntamiento.

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